Mientras el gobierno municipal declaraba cínicamente que “no hay nada que festejar”, emprendedores, artesanos, productores y manualeros de Caleta Olivia hicieron lo que siempre han tenido que hacer: tomar las riendas de su propio destino.
En el 124° aniversario de la ciudad, no fue el discurso de un funcionario, ni la chequera del estado, ni la logística municipal la que sacó adelante la celebración. Fue el sudor, la inversión y la férrea determinación de una comunidad emprendedora que el mismo gobierno ignora y menosprecia.
Este evento autogestivo no es solo una anécdota festiva; es un poderoso mensaje político y social. Es la prueba viviente de que la organización puede suplir la incompetencia y el desgano estatal. Mientras el Intendente y su equipo demostraron no estar a la altura de las circunstancias, los emprendedores sí lo estuvieron, y de sobra.
Invertir entre 300 y 400 mil pesos en un contexto económico adverso es un acto de fe y valentía, merece mención: Cristina Roldán, productora de alimentos. Es apostar todo al trabajo, a la calidad de lo propio y al futuro. Sin embargo, el mismo gobierno que debería facilitarles el camino, les da la espalda. “Nadie nos informó”, dijo Cristina, previo a la suspensión oficial del festival resumiendo la crónica de un abandono que es política de estado: dejar a los productores en la más absoluta incertidumbre.
Es una ironía devastadora. Por un lado, un gobierno local que, con su inacción y su retórica derrotista, pregona que “no hay nada que festejar”. Por el otro, un ejército de más de 300 familias emprendedoras que, con su esfuerzo diario, demuestran que hay mucho por lo que luchar y celebrar: su trabajo, su cultura, su comunidad y su resiliencia.
La ausencia del Intendente, más allá de su estado de salud, es simbólica. Representa la desconexión de una clase política que normaliza el fracaso y espera que la ciudadanía se resigne con ellos. Pero los emprendedores de Caleta Olivia no se resignan. Ellos son la verdadera fuerza motriz de la economía local, los que generan empleo, los que innovan y los que, a pesar de tener todas las puertas cerradas, construyen su propio salón de eventos, la plaza pública, la 20 de noviembre.
Este festejo debe quedar como un precedente histórico. No solo como un aniversario más, sino como el día en que Caleta Olivia demostró que puede florecer a pesar de su gobierno. Es un llamado de atención: la comunidad organizada y trabajadora es imparable. El desgano de los funcionarios de turno será recordado como la antítesis del espíritu de una ciudad que, gracias a sus emprendedores, sí tiene mucho que festejar y mucho más que conquistar.
A los emprendedores de Caleta Olivia, nuestro más firme reconocimiento. Son ustedes el verdadero gobierno en la sombra, el que trabaja, invierte y no claudica. Mientras, al Intendente y su equipo, solo les queda una lección por aprender: o se suben al tren del progreso que la ciudadanía ya está impulsando, o serán relegados al más absoluto de los olvidos. La Caleta avanza, con o sin ellos.
Por Iván M. para La Bisagra Noticias





